La vela
Era una noche tranquila sin duda, el reloj marcaba las tres de la mañana y me estaba preparando para dormir después de ver mi serie favorita. Apagué la luz y traté de conciliar el sueño, mas el calor me estaba molestando y solo daba vueltas en la cama sin lograr lo que quería.
De pronto, mi mirada se posó en el fuego de una vela que tenía en el suelo: era algo hermoso y tenía un no se qué que me reconfortaba. Durante unos minutos seguí mirando el fuego revolotear en la mecha de la vela. Solo aparté la vista cuando sentí que la luz comenzó a lastimarme.
Miré hacia una de las paredes que se iluminaba con la tenue luz que emitía aquella vela. Presté especial atención en las sombras que proyectaban los objetos de mi cuarto, sombras que producían un efecto contrario al del fuego. Esas sombras me causaban cierta incomodidad.
Se escuchó el ladrido de un perro a lo lejos. Los grillos hacían ese sonido que hacen todas las noches cuando la mayoría de la gente duerme. Mis ojos comenzaron a cerrarse vencidos por el sueño. Un ladrido volvió a sonar a lo lejos: estuve consciente de nuevo y paseé la mirada por toda la habitación.
Repasé una por una las sombras de los objetos que se reflejaban en las paredes. Entonces, noté una sombra demasiado grande para cualquier cosa que pudiera tener en mi habitación. Me llamó mucho la atención y me quedé mirándola durante algunos segundos hasta que pensé que era bastante rara. Busqué con la mirada algo que pudiera producir esa penumbra en la pared, pero nada parecía ser lo suficientemente grande.
Extrañada, me levanté en ese momento y encendí la luz: volví a mirar a mi alrededor, mas no encontraba una razón lógica para aquella sombra. Apagué de nuevo la luz y la sombra volvió a proyectarse. Decidí mover la vela de lugar para que dejara de producir aquel efecto tan extraño que comenzaba a causarme miedo... Mas nada sucedió, aquel reflejo seguía en el mismo lugar. Mi respiración comenzó a agitarse, apagué la vela en ese mismo momento y corrí a encender la luz.
Desconcertada, me senté en la cama tratando de recuperar el aliento. Miré hacia la vela y me tranquilizó el hecho de que un hilo de humo saliera de la mecha. Sin embargo, el fuego resurgió.
No puedo describir el miedo que sentí cuando vi de nuevo aquella sombra en la pared, que ahora era visible aún con la luz encendida: una sombra sin forma que poco a poco comenzó a parecerse a un humano. -¿Quién está ahí?- grité, pensando que el reflejo sería de una persona tratando de entrar a mi cuarto, pero naturalmente, nadie contestó.
El fuego de la vela comenzó a agitarse. No había explicación para aquello y sin embargo lo estaba viviendo. Aterrorizada, traté de apagar la vela de nuevo, incluso hasta el punto de quemar mis dedos, mas la llama resurgía para arder más fuerte. Lo intenté varias veces, pero la vela insistía en reflejar aquella forma, ahora humana que parecía inmóvil.
Comencé a rezar, alto, muy alto, las lágrimas salían de mis ojos. Una sonrisa de luz se formó en la oscura forma humanoide que ahora parecía burlona: se formaron entonces sus ojos... me miraban, lo sé. Estaba paralizada del miedo, mi voz no salía y un temblor comenzó a apoderarse de mi.
Aquel ente comenzó a moverse por la pared. Yo me puse al centro del cuarto, junto a la vela.- ¡Si! ¡Ese era el lugar más seguro para mi, todo estaría bien!- Mas la sombra comenzó a materializarse, despegó su cuerpo de la pared y se acercó a mi. Cerré los ojos y sentí un abrazo gélido...
Al fin pude dormir.
Tres días después, desperté en la cama de un hospital. Al contar lo que sucedió me dijeron que lo más probable es que fuera una alucinación. Pero desde entonces, no he vuelto a encender una sola vela en mi habitación.
jajaja sin palabras es buena es historia XD =)
ResponderEliminarHola, Excel Chan siii muy buena me hizo recordar a cuando era niño le dabas forma a cualquier sombra. Y te psicosiabas solo... jaja
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