Historia de terror (~°-°)~
Salí al patio: Estaba todo obscuro y no quería mirar lo que había delante de las paredes de mis párpados. Comencé a alucinar con seres extraños que venían hacia mí, trataba de pensar en cosas que quitaran de mi mente aquellas creaturas que me rondaban, que danzaban cerca de mi burlándose del terror que sentía. Buscaba recuerdos felices dentro de mis memorias, pero no podía encontrar nada que no me remontara a mis más profundos miedos, fobias y remordimientos. No había casa alguna alrededor: el pueblo estaba en silencio, pero dentro de mi cabeza sonaban gritos, risas desquiciadas y melodías que traían imágenes de gente tirándose a un precipicio, de grandes fogatas y personas incendiándose en ellas.
La escena era perturbadora, porque los participantes de aquella función parecían extasiados: Gritaban de gusto esperando que después de su muerte viniera una recompensa que en vida jamás pudieron conseguir.
Jalé de mis cabellos hasta el punto de arrancar algunos: Yo estaba dentro de aquel “aquelarre”, estaba caminando contra mi voluntad. Traté de abrir los ojos, no me atrevía ¿Qué sería lo que vería si llegaba a hacerlo? Sentía que unas bestias blancas y enormes me estaban esperando para devorarme. Grité de desesperación ¿Esto era un sueño? ¿Cómo llegué a ese lugar? ¿Qué hacía ahí? Abrí los ojos y me encontré en la misma situación que estaba alucinando.
Me resistía a seguir caminando, yo sabía que muy cerca había un pequeño hoyo, no debía tener miedo. Pero ante mis ojos comenzaron a brotar una especie de garras del suelo, estas garras abrieron la tierra e hicieron de aquel pequeño hoyo un precipicio.
Aquellos monstruos blancos estaban esperando a que me lanzara para devorarme… yo… comencé a gritar con todas mis fuerzas retando a Dios, burlándome hasta el punto de llegar a la locura. Mi cuerpo no me pertenecía, poco a poco sentí como las voces de aquellas creaturas me llamaban suavemente y mis pies caminaban, mi corazón latía fuerte de felicidad. De repente les supliqué: -¡Devórenme! A risotadas pedí que me hicieran pedazos, que destrozaran cada uno de mis órganos, que se mancharan de rojo ¡Háganlo ya!
Comencé a caer al precipicio, mi respiración exaltada fue el único sonido que reconocieron mis oídos, y fue como música, ¡como un himno! La melodía más hermosa jamás escuchada (risas)
Caí y sentí las garras de aquellos que me llamaron, el dolor de sus uñas atravesando mi carne, me convertí en un sacrificio para ellos, yo también me manché de sangre…
Ahora ven… sal a tu patio. Sal, no tengas miedo, ven, cierra tus ojos y escúchame, sigue mi voz, te estoy esperando…. Para devorarte.
0 comentarios: