Una princesa fea
Esa princesa fea
perdió su vanidad hace tiempo,
perdió las ganas de verse al espejo.
Como no sabía lo que es tener un príncipe,
tampoco aprendió a quererlo.
Y cuando uno la quiso...
tuvo miedo de perderlo.
No tenía ya su vanidad
y no quería ver su reflejo:
pensó que no podría detenerlo.
¿El príncipe se fue sin remedio?
Quiso quedarse un poco para enamorarse:
no de la frívola imagen de un vidrio viejo.
¿Se enamoró?
Eso lo dictará el tiempo.
PARTE II
La princesa fea,
esa que empañó el espejo con ilusiones de amor,
se sentó en su cama de realidad
y se puso a pensar:
Pensar sobre sus sueños,
sobre aquel hombre que la hizo tenerlos
y que aún pareciendo estar,
solía sentirse lejos.
Se fue hundiendo de a poco,
esperando ser rescatada por su príncipe,
como era en los cuentos.
Mas "indiferencia" fue el nombre de la historia
y aquella fea, que ya no se sentía princesa
paso a estar en una comedia
en donde las risas grabadas suenan
ante su confusión
y ante su tristeza.
PARTE III
Y la princesa fea tragó sus palabras
al darse cuenta que no había nadie a quien contárselas.
Un "Te amo" reprimido se quedó en sus labios,
pues el dueño de estas palabras se había marchado.
Así pues, la princesa guardó sus anhelos
y se fue a la cama en la misma soledad
...
en que antes había estado.
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